Asamblea Ordinaria General de Socios
28 de Enero de 2024
En una mañana donde la esencia aragonesa resonó más fuerte que
nunca, la Casa de Aragón celebró su Asamblea General. A pesar de la baja
asistencia, el compromiso y la energía de los presentes brillaron, marcando una
jornada de reflexión, desafíos y, sobre todo, de unidad.
La Asamblea comenzó con una notable poca asistencia, un hecho
que no pasó desapercibido. Sin embargo, este factor no eclipsó el compromiso de
los presentes. Más bien, fortaleció la conexión entre los asistentes, creando
un ambiente más íntimo y participativo.
El estado de la oficina fue un tema candente. Los estragos
causados por un antiguo escape de agua proveniente del vecino eran más que
evidentes. La pregunta latente en el aire: ¿Quién debe encargarse de restaurar
el espacio y reclamar a las aseguradoras? La propiedad del inmueble o la Casa
de Aragón, que ha pagado su renta sin poder utilizar la oficina durante cinco o
seis años.
El Grupo Folclórico y la Charanga con sus actuaciones a lo largo
del año finalizado, llevaron la luz y la alegría aragonesa al evento. Sus
previsiones de actuación llenaron el espacio con la vitalidad y el folclore que
caracterizan a la región. Un recordatorio de que, a pesar de los obstáculos, la
cultura sigue siendo el alma de la Casa de Aragón.
En este día de encuentro y reflexión, la Casa de Aragón demostró
que su fuerza radica en la unidad y el amor por su cultura. Aunque los desafíos
sean palpables, la llama de la comunidad aragonesa sigue ardiendo con fuerza,
listos para enfrentar los retos que el futuro les depara.
La despedida fue un momento agridulce. El cierre de la sesión
dio paso a un vermut compartido entre los asistentes. En este gesto, se expresó
el espíritu de comunidad y la fuerza para superar los retos venideros.
A las 13 horas, la Asamblea General concluyó. Las reflexiones
compartidas, los desafíos expuestos y las actuaciones vibrantes dejaron una
huella indeleble. Aunque las adversidades eran evidentes, la resiliencia y el
compromiso de los presentes marcaron un claro mensaje: la Casa de Aragón está
más viva que nunca.
José Antonio Gómara Ibañez
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